Darle al Niño sin Merecerlo

A los niños hay que consentirlos mucho. Si, así es, podría repetirlo hasta el cansancio: hay que consentir mucho a nuestros hijos. ¡Esta afirmación es correcta! 

Consentir es una manera de expresar el amor que sentimos por ellos. Abrazarlos, pasearlos, colaborar con ellos, reír mucho, conversar, comer juntos, inventar, correr, pasear, saltar. Todas estas cosas son consentir a nuestros hijos. Tocarlos con sus manos, mirarlos con sus ojos, hablarles con su voz. Gozarlos y ser empáticos al cien por ciento.

El problema se presenta cuando este consentir olvida poner los límites necesarios y permite la falta de respeto. Los límites están sencillamente en poder decir que “no” cuando es necesario. Tan sencillo como eso. De no hacerlo ya no estaremos consintiendo sino malcriando. Y es aquí donde se presenta el problema que, no debería aparecer, si estamos alertas y paramos a tiempo. 

Para que los niños entiendan que deben esperar su turno, compartir con otros, no interrumpir, aceptar un “no” como respuesta, etc. deben pasar por un proceso de “enseñanza”. Debemos enseñarles que quizás hoy se puede, mañana no. Que hay un momento para cada cosa. Que existen otras circunstancias y otras personas a su alrededor. Que él no es el centro del universo y que papá y mamá no están en su mundo exclusivamente para complacer todas sus demandas. Esto les permitirá desarrollar tolerancia para así poder contener su rabia y desilusión cuando les toque esperar.

Si los niños pueden tener un buen nivel de tolerancia hacia la frustración, es más fácil que contengan sus emociones negativas y aprendan a ceder, esperar y no ser demandantes. Por el contrario, si no hay límites bien establecidos en casa, tendremos a un pequeño tirano exigiendo constantemente, llorando por cualquier cosa, frustrado y triste.

Si las consecuencias de un mal comportamiento se hacen sentir, el niño aprenderá. Entenderá que cuando hace berrinches, suceden cosas poco agradables. Pero, por otra parte, cuando se comporta correctamente, todo se siente mejor, la maestra, mamá y papá parecen estar felices, juegan juntos y la pasan muy bien. Las conductas negativas irán decreciendo hasta extinguirse, mientras que las conductas aceptadas, se incrementarán.

Así, en este intercambio de estímulos, respuestas y consecuencias, el niño aprenderá a escoger aquello que le da mayor satisfacción. Se sentirá mucho mejor y aprenderá que cada cosa o circunstancia que le rodee tiene un “esfuerzo” que ha de honrar con su armonía y la atención de sus responsabilidades.

Enseñe al niño que es parte importante de una dinámica familiar donde se le ama profundamente y que se espera de él cooperación, comprensión y empatía. Que lo que reciba será producto de su esfuerzo y su manera de expresarse y que cuando lo hace de manera inadecuada, no recibirá la atención que está buscando. Deje claro que lo que Ud. hace por su hijo, lo hace por amor. Evite decirle que su obligacion es cuidarlo, darle de comer, educarlo, etc. El mensaje más productivo es que usted lo ama incondicionalmente y que desea lo mejor para él.

Así los niños desarrollarán sensibilidad, pues crecerán en valores de respeto, empatía, amor al trabajo, esfuerzo, determinación y fraternidad.

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