Niños Impacientes, Tiranos y Demandantes

En esta nueva generación de niños que tenemos actualmente, vemos con frecuencia conductas de irrespeto, grosería y maltrato hacia los padres y el entorno en general. Niños demandantes que exigen constantemente se les atienda y se les complazca todo deseo. En ocasiones hasta vemos como usurpan los espacios, el tiempo e incluso la autoridad de los padres.

Estos muchachos están provistos de mucho poder, el cual utilizan para manipular el entorno y alcanzar lo que desean. Al inicio de sus vidas, estas conductas se tienden a dejar pasar y verlas como “graciosas”, pero cuando crecen, los padres se enfrentan a un verdadero problema. El niño no es capaz de respetar figuras de autoridad, porque no las reconoce sino en él mismo, por lo que establecer normas en el hogar se convierte en un verdadero dolor de cabeza.

Estas conductas comienzan prontamente a proyectarse fuera de casa. En la escuela estos niños se comportan de igual manera, creando gran tensión en el ambiente y haciendo verdaderamente muy difícil la integración y su armónico desenvolvimiento. Citaciones van y vienen de la escuela a la casa, mientras los padres se sienten abrumados e incapaces de lidiar con el problema, pues no tienen autoridad ninguna frente a su pequeño hijo que cada vez parece más un tirano.

Esto evidentemente los aleja a todos de la felicidad. La relación familiar se convierte en una maraña muy difícil de desmadejar, el aislamiento de los amigos se hace cada vez más profundo y el rendimiento escolar más mediocre. Si no lo resolvemos a tiempo estaremos enfrentándonos a un posible Síndrome del Pequeño Emperador

¿Qué es el Síndrome del Pequeño Emperador?

El Síndrome del Pequeño Emperador está considerado como un trastorno de conducta. Se inicia es el hogar, cuando los padres no ponen los límites necesarios desde el principio de la vida del niño. Tienden a malcriar, consintiendo todas sus demandas, haciéndole creer que es el centro del universo y que merece ser tratado como tal.

Estos padres interactúan con sus hijos como si fueran “finos cristales” a quienes no es posible ponerle límites, porque podrían romperse. Con tanto poder en sus manos, estos pequeños exigen que sus padres estén a “sus órdenes” y suelen ser unos expertos en el chantaje emocional. Se molestan cuando sus deseos no son cumplidos y hasta llegan a expresarse con violencia física.

Si este manejo inadecuado no se detiene a tiempo, la vida del niño, la de su familia y la dinámica social, serán un caos que llevará consigo hasta su vida adulta pues no sabrá de empatía, ni de tolerancia a la frustración; será irresponsable y un artista en la manipulación.

¿Cómo evitamos tener en casa a un pequeño Emperador?

  • Amar no es dar todo lo que el niño pide. La sociedad de consumo y la vida ajetreada que se lleva actualmente, están haciendo mucho daño al núcleo familiar. Muchos padres se están enfocando más en lo material que en lo espiritual. Los niños reciben sin merecerlo, un exceso de artículos que no los satisfacen, sino que por el contrario los incita a cada vez, obtener más. Enfóquese en ofrecer tiempo de calidad a su hijo; establezca relaciones basadas en la expresión amorosa y alegre; escuche y abra espacios para estar verdaderamente allí con su niño.
  • Establezca límites en casa.  El adulto es usted. El que guía y tiene autoridad es Ud. no al revés. Poner límites en casa permite que el niño tenga estructura psíquica. La disciplina, el orden y las rutinas son beneficiosas pues le permiten al niño madurar, contener su comportamiento, sentirse seguro y tranquilo.
  • Sea coherente. Ambos padres y, cuando la circunstancia lo amerite, los abuelos y hermanos mayores, deben ser coherentes en su hacer. Esto evita que el niño aprenda a manipular buscando de aquí para allá, quien satisfaga su capricho. De esta manera también aprenderá a ser respetuoso y a acatar las normas establecidas.
  • Enseñe principios éticos y mantenga un comportamiento que sea ejemplo de ello: No hacer daño con pensamientos, palabras y acciones; no tomar lo que no ha sido dado; tener un habla útil, noble y honesta; son ejemplos de algunos preceptos éticos que pueden ayudar mucho en casa. 
  • Permita la expresión de las emociones que se presenten. Abra espacios para la aceptación del sentir del niño, su frustración y su rabia. Déjelo expresar lo que siente y ayúdelo a canalizar y contener. No caiga en el error de complacer sus caprichos por evitar una escena. 
  • Incluya al niño en la dinámica familiar. El niño es parte de la familia, puede por lo tanto colaborar en actividades propias de su edad: En el orden de sus juguetes, sacar la basura, alimentar al perro, ayudar a mamá a cargar la bolsa del supermercado, etc. Esto desarrollará sensibilidad en él, podrá ser empático y asumirá responsabilidades. Si lo hace en lo pequeño, podrá también hacerlo en lo grande.
  • Tenga cuidado con lo que le da a su niño. Cambie el IPod, la Tablet y el teléfono celular por amor. Enfóquese en pasar tiempo juntos, darle experiencias de calidad, pasear, cantar, enseñarlo a montar bicicleta y patinar. Estar cerca de los hijos es un privilegio maravilloso.

Evite el Síndrome del Pequeño Emperador. Fomente la interrelación armónica, alegre y cercana. Su familia y la sociedad serán más sanas y felices

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