La Justicia Vs la Venganza
La justicia difiere considerablemente de la venganza. La justicia es que cada uno reciba lo que merece según su hacer. Mientras que la venganza es la necesidad de dañar a otro.
La primera brota del amor por lo tanto de allí se deriva todo lo bueno, incluyendo la paz y el sosiego. Así es que es muy fácil saber si lo que está ejerciendo es justicia, al sentirse bien, en tranquilidad y paz con usted mismos y los demás.
La venganza, por el contrario, busca maltratar al otro. Esto por supuesto no es nada bueno pues nace del odio y el resentimiento. Sabiendo entonces que se hace daño, no se encuentra sosiego. Esto se puede convertir en un círculo vicioso que ata y esclaviza en la adicción. Mientras más nos venguemos, más deseos tendremos de seguirlo haciendo.
Hoy día la humanidad está pasando por momentos de mucha tensión de todo tipo. El mundo está muy convulsionado. Pareciera que hemos perdido el camino: Profesionales defendiendo lo indefendible, familias enfrentadas unos contra otros, instituciones prostituidas persiguiendo solo el bienestar inmediato propio a costa del sufrimiento de otros, industrias desechando su basura al ambiente, sin importar las nefastas consecuencias, empleados robando a quien les da trabajo, racismo, clasismo, sexismo, comunismo, extremismo, y por supuesto, personas dedicadas a quejarse, criticar y dañar a otros, de una manera abierta y sin ningún tipo de límites.
La ofuscación nos aqueja. Gritamos por justicia cuando en realidad lo que estamos es haciéndonos daño. Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Adelaida, Australia, indica que la gente más vengativa es aquella que se siente motivada por el poder, la autoridad y el estatus, una verdadera locura: La arrogancia nos hace sentir placer por dañar a otros:
- “Es justo porque el documento de condominio lo dice, así que es correcto demandar a mi vecino”.
- “Subo el volumen para no dejarlo dormir porque él lo hace los viernes. Que saboree ahora de su propia medicina”.
- «Pido la tarea a mi compañero porque es el mejor de la clase. Así no trabajo yo»
Creamos rumores para maltratar el prestigio de otros. Extraviamos objetos importantes para causar dolor y hasta podemos dañar la integridad física de una persona, incurriendo en un delito. Nos molestamos cuando no se nos permite hacer trampa en la escuela y hasta, como padres, lo permitimos y lo apoyamos. Todo porque queremos “hacer justicia”. Pero estamos muy equivocados. Eso no es justicia, en venganza, y además con una buena dosis de crueldad.
Cuando actuamos así, haciendo daño en honor a la “justicia” estamos abonando el terreno para sufrir, pues esto se devolverá a nosotros en gran medida.
Si la justicia es recibir lo que merezco, entonces al ser vengativo prepárese para recibir una buena dosis de “justicia”, porque estará recogiendo lo que sembró muy prontamente. Y si empieza a sufrir, aguante callado, ponga atención a lo que ha estado sembrando, acepte su equivocación y empiece a enmendar. Nunca es tarde para aprender lo necesario.
Así que detenga la actitud quejosa que le hace creer que usted es víctima del prójimo, deje de mentirse y asuma con responsabilidad las consecuencias de sus acciones. Y si es usted profesional del derecho, recuerde que estudió en la universidad para “hacer justicia”; para buscar la verdad y ayudar al que está siendo atacado falazmente por la venganza de otros, no para absolver y llenar las calles de asesinos, tramposos, violadores, delincuentes y ladrones, por su habilidad verbal y sus conocimientos.
Haga como los grandes hombres que han pasado por esta humanidad y sea noble, fraterno y sabio. Nelson Mandela, uno de ellos nos cuenta que siendo ya presidente de Sudáfrica fue con algunos de sus guardaespaldas a comer a un sencillo restaurant.
Cuando el camarero les llevó el pedido a la mesa se dio cuenta que alguien estaba sentado en la mesa de enfrente esperando su comida. Al ser servido, le dijo a uno de los guardias que le pidiera a esa persona que se uniera a ellos en su misma mesa.
El guardia fue y expresó la solicitud del presidente Mandela. Esta persona entonces se sentó a su derecha y mientras comía sus manos temblaban considerablemente. Una vez finalizado el almuerzo y esta persona se retiró, uno de los guardias comentó: “Esa persona está aparentemente muy enferma, sus manos temblaban mucho mientras come”
“No, en lo absoluto» – dijo Mandela – «Ese hombre era el guardián de la celda donde yo estuve encarcelado. Después de ser torturado yo le pedía agua y ese hombre venía y orinaba en mi cabeza en lugar de darme agua. Por lo tanto, lo que estaba era asustado creyendo que le haría lo mismo que me hizo a mi. La represalia destruye mientras que el perdón, construye”.