Calladitos, Algunos se Ven más Bonitos

“¡Mamá no seas rata, préstame el teléfono!”  – eso escuché en estos días a una niña de aproximadamente 9 años, a un alto volumen y frente a una cantidad importante de personas.

Me quedé esperando la reacción de la madre, sus palabras correctivas y la aplicación de los límites necesarios. Jamás llegaron. Lo que sí llegó, fue el teléfono a las manos de la niña.

Mientras esto sucedía, la hermanita de la protagonista de esta nota, sentada en su cochecito – lo que fácilmente le permitirá a usted entender su corta edad – reforzaba a su hermana, exigiendo de igual manera a la madre, que entregara el teléfono a su “pobre hermana”.

Reforzar conductas de esta naturaleza desde tempranas edades, se revertirá en situaciones muy pero muy complicadas en el futuro cercano. Estos niños que crecen irrespetando a los padres, no tendrán capacidad de contención tampoco ante otros adultos que no consientan sus caprichos, pues no reconocen figuras de autoridad.

 

Tendrán muchas dificultades con sus docentes, a quienes no obedecerán, pues estarán retándolos constantemente, buscando alcanzar la satisfacción de sus deseos irrazonables. Tenderán a hacer grupo con otros compañeros parecidos a ellos y mientras crecen, fortalecerán estas uniones haciendo clanes que pudieran dedicarse a perseguir objetivos poco nobles.

Viendo la escena en cuestión, analicé los rostros, los gestos y la fuerte emoción de odio reflejada en la mirada de una preciosa niña que vino sanita e inteligente a este mundo, con su cuerpo completito. Y sentí tristeza por ella, por sus familiares y por esta humanidad. 

Este tipo de situaciones trae sufrimiento. Los niños deben desarrollar adecuados niveles de tolerancia a la frustración para poder crecer en armonía. Si en casa ustedes como padres no ponen límites ni forman en principios éticos y morales, cuando les toque salir al mundo, estos niños sufrirán mucho y harán sufrir a otros. Son los típicos aguafiestas, que se la pasan mostrando cuánto tienen y despreciando a los que le rodean. Exigen constantemente ser el centro de atención. Tienen poco o ningún interés en los estudios y a medida que crecen, se meten en problemas cada vez más complejos.

 

Estos muchachos van arrastrando con ellos a sus padres quienes pagan muy caro el error de criarlos insensibles, sin límites y complaciendo todos sus caprichos. He tenido representantes que se sienten desesperados y muy frustrados por el terrible maltrato que reciben de sus hijos cuando les “han dado todo lo que han pedido”. 

“Profesora, le hemos dado todo, y mire cómo nos está pagando”. Esta frase debe Ud. mismo decírsela en alta voz con frecuencia, hasta que entienda que precisamente por haberles dado todo sin merecerlo, es que actúan con tanto odio. Siempre les hicieron creer que era obligación de papá y mamá cumplir con sus demandas y no le enseñaron que todo lo que hacen por ellos es porque se les ama. 

No permita que su niño le falte el respeto. Cuando un hijo le dice “rata” a su madre, está faltándole el respeto. No es un juego. Es muy importante poner el límite a tiempo y pedirle un trato digno y noble.

Enseñe principios éticos en casa. Sea consistente y claro en ellos porque de lo contrario tendrá, más temprano que tarde, un pequeño emperador difícil de manejar. 

Esta situación es muy triste y preocupante. Un niño sano, con sus extremidades completas, su mente inteligente, sin ninguna condición de discapacidad, que no sea capaz de rendir de acuerdo con sus potencialidades, es un ser humano que se va perdiendo en la maraña de la negatividad, la frustración, la frivolidad y la insensibilidad.

Esto no lo desea ningún padre, sin embargo, por ignorancia, muchos así los forman para la vida y cuando las consecuencias aparecen, quizás ya sea demasiado tarde y no haya vuelta atrás.

Aprenda a ser un padre eficaz y asegure la felicidad de sus hijos, formándolos desde el amor, con límites y sólidos principios éticos.

Si no sabe cómo hacerlo, busque ayuda pronto.

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