Cuando los Hijos se Van

Nueve meses después de haber encargado al bebé, llegan a nuestras casas a ocupar todos los espacios y el tiempo disponible de aquellos que lo reciben. La pareja solía tener momentos para muchas actividades juntos y de pronto la vida da un vuelco enorme, en ocasiones abrumador.

Por más que los padres se hayan preparado con antelación para este momento, todo lo que hay que vivir de ahora en adelante, es tan nuevo, aterrador muchas veces, que podríamos sentir que es una tarea imposible de lograr.

Sin embargo, el amor nos ayuda a superar cada reto y nos da la fuerza para lanzarnos a la tarea de aprender a ser padres. Esta labor, nada fácil, toma gran parte de nuestras vidas. Nadie nos enseña cómo hacerlo y es ahora cuando empezamos a entender lo que nuestros padres sintieron cuando nosotros llegamos al mundo, pues este es el momento en que ese cachorrito que está en nuestras manos nos da el título de mamá y papá.

La tarea que se nos encomienda, es formarlo para la vida. Esto significa pasar dieciocho o más años, dándoles las herramientas necesarias para que puedan ser útiles, nobles y capaces de vivir su existencia con independencia. Ese largo tiempo es un maratón que nunca se detiene. Una dedicación exclusiva de 24 horas sin interrupción todos los días de nuestras vidas.

De repente sin que realmente nos demos cuenta, visten la bata de laboratorio, se gradúan, se enamoran y deciden que es momento de volar por sí mismos. ¡Caramba aquí es cuando viene lo más difícil!

Nos alegran sus éxitos que son también nuestros, pues si los muchachos llegan a esta epata, es que como padres lo hemos hecho bien. Sin embargo, el vacío que sentimos cuando parten, no tiene comparación. Nos embarga el miedo, la tristeza y sentimos una profunda pérdida. Nada de lo que nos digan, aconsejen, leamos o entendamos, podrá consolarnos.

Estamos enfrentando un momento sumamente duro que muchos llamar el síndrome del nido vacío. Volaron los pajaritos y ahora están haciendo nido en otros espacios con otras personas. Dejamos de ser indispensables para ellos, pues ya pueden valerse por sí mismos, gracias a nuestro gran trabajo como padres. Hemos alcanzado el postgrado con los más altos honores. ¡Felicitaciones!

¿Qué hacer ahora con tanto tiempo libre? ¿Cómo poder canalizar tantas lágrimas que se escapan sin permiso? ¿Qué será de ellos de ahora en adelante? Y cuando se enfermen, ¿quién  preparará la sopita de pollo? Miles de preguntas rondarán por su cabeza mientras el corazón se sentirá partido en mil pedazos. No es suficiente entenderlo, el corazón no sabe de razones.

La buena noticia es que tenga usted la seguridad de que esa emoción tan fuerte y difícil, pasará.  Se sentirá muy vulnerable y triste por algún tiempo, pero poco a poco, recuperará su armonía y seguirá adelante. Llegó el momento de vivir para usted, cuidarse y consentirse. Recuperar las actividades que solía hacer 18 años atrás y disfrutarse como individuo y/o pareja una vez más. Pronto comenzará a vivir una nueva relación con sus hijos, muchas veces de mejor calidad y ya de manera horizontal, de adulto a adulto.

Si su familia ha sido monoparental, quizás le cueste un poco más superar el vacío. También el sentimiento de culpa de los hijos puede ser mayor, pues no es fácil dejar a un padre después de hacerlo atendido toda su vida. Pero al encaminarse hacia el nuevo sentido que la vida está ofreciendo ahora, les permitirá a ambos, superar y cerrar el duelo. Los hijos también deberán acomodarse a esta nueva realidad y comprender que es correcto volar del nido y sin culpas. 

Podemos entrenarnos poco a poco para que esta etapa sea menos dura. Mientras tiene a sus hijos pequeños en casa, no pierda sus actividades y su núcleo de amigos. Abra espacios para que mientras los muchachos están en el colegio, en el campamento, en la natación, etc. usted tenga tiempo para laborar, recrearse, compartir con otras personas y disfrutar de la soledad. Y cuando el momento llegue, trate de verlo como un reto más en su vida. Si pudo hacer el dificilísimo trabajo de criarlos para ser agentes de cambios necesarios en este planeta, también puede usted usar esta nueva etapa para seguir creciendo y utilizar la creatividad para los nuevos desafíos que se le presenten.

Busque la alegría en los encuentros humanos, en aprender cosas nuevas, tocar un instrumento musical, imbuirse en un nuevo idioma, disfrutar con su pareja, leer, hacer lo que le plazca, en el momento que más le provoque. Es una aventura que puede ser fascinante si así lo permitimos. Los hijos seguirán estando allí, ya verá que la relación tomará un carisma completamente nuevo e interesante. Verlos grandes, con sus parejas, exitosos en sus trabajos, enfrentando la vida con las herramientas que usted les proporcionó, es muy enriquecedor. Evite invadir sus espacios y trátelos ahora como los adultos que son.

En esta realidad que nos ha tocado vivir actualmente en Venezuela, la separación puede incluso darse mucho antes de lo previsto, con una modalidad diferente. Bien sea que los padres están emigrando para poder sostener a sus hijos o viceversa. Los niños quedan al cuidado de los abuelos o, los padres y abuelos quedan en el país sin los hijos. Esta realidad es tremendamente dura, el sentimiento de soledad puede desestabilizar, pero es necesario buscar donde agarrarnos para poder seguir adelante con nuestras vidas, con la esperanza puesta en que esto pasará y tendremos la oportunidad de conseguir nuevamente la paz necesaria, saliendo incluso más fortalecidos.

No se aisle, propicie encuentros humanos, acompañe y dispongase a ayudar a los demás cuando sea necesario. Verá que sanador es salirse de sí mismo para tenderle una mano a otro. Asuma también el reto de aprender a manejar la tecnología moderna que, afortudamente, nos permite estar en contacto mas fácilmente a pesar de la distancia. Le aseguro que pronto esta oscuridad pasará y volverá usted a sonreir.

Comparte con tus amigos

[ssba-buttons]
Cuando los Hijos se Van